¿Hacia dónde va Argentina?


Una conferencia única

Así se denominó la charla a cargo de Alfredo Leuco, en el marco del Ciclo Free Zone Talks. Periodista, escritor y conferencista de temas políticos. Conductor de “Le doy mi palabra” en Radio Mitre, reconocido columnista de los diarios Clarín y La Nación, ganador de destacados premios y, autor de seis libros.

En su análisis político y con una participación de más de 260 empresarios, Leuco profundizó sobre el pacto espurio que firmaron Cristina Fernández de Kirchner y Alberto Fernández, Presidente de Argentina. Expresó que “es una situación de gravedad institucional porque ese acuerdo, es de imposible cumplimiento dentro de las reglas del sistema democrático. Cristina le ofreció lo que Alberto siempre aspiró y nunca había imaginado poder cumplir: el sillón de Rivadavia. ¿Y qué le pidió Cristina a cambio? Lo único que le interesa en la vida en estos momentos: la impunidad para ella y sus hijos y, si se puede, de paso, para los integrantes del Cartel de los Pingüinos.

La jefa política del gobierno quiere volver a tener un prontuario virgen, donde no haya vestigios de haber cometido delitos de mega corrupción y que Máximo y Florencia también queden limpios de toda sospecha. Y si puede, Cristina pretende que la feliciten como dijo Jorge Lanata o que le hagan un monumento como los que le hicieron a Néstor Kirchner. ¿Cómo se puede concretar eso respetando la división de poderes y la Constitución Nacional? Son muchas las causas y varias están muy avanzadas. Cristina tiene que estar en el banquillo de los acusados pese a que según ella, ya la absolvió la historia, como dijo emulando a Fidel Castro. Hay cantidad y variedad de pruebas documentales y decenas de testimonios de ex funcionarios y empresarios coimeros arrepentidos.

Cristina aceleró esta movida antidemocrática porque comprende que es ahora o nunca. Debe aprovechar la oportunidad, antes que se disipe la preocupación social por el saldo de muertos por la pandemia y de heridos graves por la hecatombe económica.

¿Qué puede hacer Alberto para cumplir con su parte del trato? ¿Indultar a todos y todas? El no quiere quedar grabado a fuego con ese estigma en la historia y ella no quiere porque el indulto perdona la pena pero no oculta el delito. ¿Una amnistía? Debe ser generalizada y desataría un escándalo social. Solo le queda ampliar los miembros de la Corte Suprema con abogados militantes para lograr una mayoría automática que liquide todas las causas. O llenar de magistrados de Justicia Legítima los tribunales de Comodoro Py para que volteen todos los expedientes. Todo eso pone en tensión al sistema republicano y es muy difícil hacerlo de la noche a la mañana. Y tal vez más adelante, sea directamente imposible, con el panorama de conflictividad social por la pobreza y la desocupación galopante que se viene.

Alberto no sabe cómo honrar ese acuerdo fundacional y deshonroso. Va y vuelve en todos los temas y, por ahora, no quiso o no pudo construir poder propio dentro del oficialismo

¿Qué fue lo que pasó? ¿Cuáles fueron los errores y las torpezas más brutales que cometió el presidente? Estas son las preguntas que se hace la política porque la imagen positiva de Alberto Fernández se derrumbó en todas las encuestas. En el trabajo que realizó la consultora Sinopsis aparece un dato clave: por primera vez desde que asumió como jefe de estado, Alberto tiene ahora mayor imagen negativa que positiva. Se quebró esa luna de miel. La caída en la consideración de los ciudadanos fue muy veloz. Al comienzo, producto de su rápida decisión de enfrentar el coronavirus y del trato amable que le daba a los opositores, sus números llegaron muy arriba, al 75% en abril. Llegó a conquistar la simpatía de muchos argentinos que no lo habían votado. Pero tal vez emborrachado por ese crecimiento o acosado por Cristina, el jefe de estado empezó a subordinarse a su jefa y se convirtió en una máquina de cometer barbaridades y desmesuras. Ahora cayó al 40,6 %. Perdió 35 puntos porcentuales en un par de meses. Insólito record. Cientos de errores no forzados.

Cristina terminó de domesticarlo y pasó a manejar el poder real en la Argentina.

Gran parte de la ciudadanía se dio cuenta que esa esperanza que algunos ilusos o ingenuos habían tenido, era absolutamente infundada. Que nadie le puede poner límites al autoritarismo chavista de Cristina y que por el contrario, Alberto tuvo que subordinarse en forma verticalista y transformarse en un impulsor del plan sistemático de impunidad y venganza del cristinismo.

Esto es básico para entender al cuarto gobierno kirchnerista. Cristina controla todo. Es la única fuente de poder. Ella imparte premios y castigos. Ella fija la agenda de los temas estratégicos y ocupa los lugares con sus soldados más fieles. Cristina logró instalar que sus intereses personales y los de su familia, son políticas de estado y no se discuten. La gran novedad es que esto, dinamita esa frágil coalición que intentaron vender para ganar las elecciones. No hay un albertismo o un massismo aliados al cristinismo. Hoy solo hay cristinistas. En dos minutos, Cristina se convirtió en hegemónica y todos repiten su discurso para halagar sus oídos.

Elisa Carrió siempre fue un huracán que no se calla, ni se vende. Es la sangre, profundamente republicana que corre por instituciones del plan sistemático de impunidad y venganza que impulsa Cristina. Tal vez sean las dos personas que tienen más claro, el país que quieren construir. Es como una gigantesca pulseada entre dos mitades de la Argentina. Cristina y Lilita. Son mujeres aguerridas, abogadas y de la misma generación, solo que Cristina tiene tres años más de edad. Una en Santa Cruz y la otra en el Chaco, ambas se formaron políticamente en provincias pobres, pero en distintas matrices ideológicas. Cristina en la Juventud Peronista que hoy se referencia en los populismos autoritarios de Evita y Hugo Chávez. Y Lilita en la social democracia del radicalismo de Alfonsín y en la lucha contra todos los totalitarismos de Hannah Arendt.

Cristina es millonaria y su fortuna y la del Cártel de los Pingüinos, no tiene otra explicación que el saqueo al estado perpetrado por ella, como jefa de una asociación ilícita. Así la califican en un par de causas judiciales de las 6 en las que está acusada de delitos de corrupción de las 8 en total que tiene elevadas a juicio oral. Eso significa que esos 8 procesamientos, fueron confirmados por la cámara revisora correspondiente. Estamos hablando de Los Sauces, Hotesur, Pacto con Irán, Dólar futuro, Obra Pública y Cuadernos de las Coimas de las que derivaron la de la cartelización y los subsidios a los trenes.

Los cuadernos de las coimas, es una de las causas más graves y con mayor cantidad de pruebas, testimonios y arrepentidos que confesaron un mecanismo colosal de corrupción de estado. La justicia, en el expediente, lo definió como “la mayor organización criminal de las últimas décadas”. Yo agrego que semejante latrocinio no tiene antecedentes en la historia de los gobiernos democráticos.

Estas informaciones tratan de explicar porque Cristina, sus hijos y sus secuaces, son millonarios. Lilita es todo lo contrario. Es austera y casi no tiene bienes materiales. Jamás tuvo ni siquiera una sospecha de corrupción. Le armaron una pila de denuncias para desprestigiarla y en todas, se probó su inocencia.

La gran novedad de estos últimos días es el regreso al combate político de Elisa María Avelina Carrió contra Cristina Elisabet Fernández de Kirchner. Insisto: dos mujeres y dos países con valores y éticas antagónicas. 

Tal como es su estilo, el huracán Carrió fue arrasador con sus últimas denuncias que sacudieron, no solamente al cristinismo. También obligaron a la propia oposición de Juntos por el Cambio a revisar la postura de algunos dirigentes que están borrados o que sus actitudes tienen la tibieza de una brisa veraniega.

Carrió no se distrajo con fuegos de artificio. Fue al hueso. Sin medias tintas ni eufemismos. Llamó a las cosas por su nombre. Convocó a una “resistencia pacífica por la vía del derecho” ante lo que consideró una suerte de “estado de sitio” que instaló el gobierno aprovechando la lucha contra el virus y la cuarentena eterna.

Por eso calificó a Alberto y Cristina como “fascistas”. Y dijo que la Vice, “solamente busca garantizar su impunidad. Vamos hacia una hegemonía absoluta de Cristina”.

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